Reconocimiento facial: el debate inaplazable
Esta tecnología, en todas sus variantes, promete facilitar la vida comercial, mejorar la sanidad y aumentar la seguridad de los conductores, por citar tan solo unos ejemplos. Pero algunas voces persisten en señalar que también podría ser una amenaza para los derechos fundamentales.
El reconocimiento facial comprende los sistemas de detección que tienen por objetivo determinar si hay una cara en un entorno donde aparecen otros elementos y los sistemas de análisis, que se centran en identificar aspectos concretos de esa cara (género, raza, edad) hasta llegar a la identidad de la persona. Tras capturar una imagen bidimensional o tridimensional de la cara, esta información se compara con una base de datos hasta encontrar una coincidencia.
Tecnología en expansión
Estas tecnologías han recorrido un largo camino desde los años 60 hasta la actualidad. Las principales compañías que se dedican a este sector están concentradas en Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Israel y Europa.
Hoy, combinadas con la Inteligencia Artificial y la ubicuidad de cámaras de vigilancia, se han extendido por doquier. De hecho ya están presentes en todos los continentes en distinta medida. Más concretamente, se está utilizando en un centenar de países, una veintena la están considerando o la tienen aprobada, aunque no la utilizan, y solo tres Estados las han prohibido. Cabe recordar que en el mundo existen unos 200 Estados soberanos.
Entre todos los países que utilizan el reconocimiento facial destaca especialmente China, donde la adopción de estos sistemas en el espacio público es masiva. El objetivo es identificar cualquier ciudadano en cualquier lugar en segundos. La India tiene también planes ambiciosos en este sentido.
En Francia, por citar un país de nuestro entorno, estos sistemas se abren camino en diferentes ciudades lideradas por Niza, un municipio especialmente sensibilizado con la seguridad tras el grave atentado que sufrió en 2016.
Software en mejora constante
El NIST, el organismo del gobierno americano que se dedica a los estándares y a la innovación en tecnología, ha señalado que el nivel de mejora de los sistemas de reconocimiento facial es muy elevado, un avance que se debe en buena parte a las redes neuronales.
Se podría pensar que en un momento como el actual, en el que se da un uso masivo de mascarillas por parte de la población, esto supone un problema para el conocimiento facial. Pero no es así. Algunas compañías chinas especializadas están preparando el lanzamiento comercial de sistemas que operan incluso con estos ‘obstáculo’, a los que cabe añadir bufandas, gafas, gorras e incluso barbas falsas, según informa Security Infowatch en este artículo.
Los resultados de las mejoras que se han dado en los últimos años en este ámbito son palpables. La Organización Internacional de Policía Criminal, más conocida como INTERPOL, dispone de su propio sistema de reconocimiento facial (IFRS) que reúne las imágenes faciales enviadas por más de 179 países. Desde que a finales de 2016 se puso en marcha este sistema se ha logrado identificar a más de 1.000 delincuentes, prófugos, personas de interés para alguna investigación e incluso personas desaparecidas.
Diversos usos y aplicaciones
Existen múltiples usos del reconocimiento facial que van más allá de la persecución del delito. Entre ellas cabe señalar la posibilidad de ser usada como medio de pago. En España, el sistema bancario está empezando a entrar en este terreno. Más extendido si cabe está el sistema para desbloquear el teléfono móvil que ya ha sido incorporado por parte de distintos fabricantes. Este uso se puede hacer extensivo a automóviles.
Siguiendo en el mundo de los vehículos, otra aplicación es la detección de la fatiga del conductor a partir de la identificación de señales inequívocos del rostro. Este uso tiene camino por recorrer en la seguridad laboral en distintos ámbitos. Otra área con un enorme futuro para el reconocimiento facial es la medicina con la posibilidad real de aplicación para ciertos diagnósticos.
Cuestiones polémicas
Sin negar el valor de los avances enunciados, lo cierto es que en el terreno de la seguridad el uso de las tecnologías de reconocimiento facial plantea dudas cuando se hallan al servicio de regímenes donde el respeto a los derechos humanos no es ninguna prioridad. Pero también en regímenes democráticos.
Un punto polémico en cualquier caso no es ya el uso, sino la propia fiabilidad de los sistemas. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) descubrió que el software utilizado por una de las Big Tech había identificado erróneamente a 28 miembros del Congreso como personas que habían sido arrestadas previamente. Además, identificaba también equivocadamente, y de forma desproporcionada, a minorías como los afroamericanos y latinos.
Por todo ello, tras la reciente victoria de Joe Biden en las elecciones estadounidenses, esta asociación ha pedido públicamente al nuevo presidente que ponga freno a esta tecnología que “amenaza los derechos constitucionales y los de las minorías”.
Existen más casos en que los detractores del reconocimiento facial se basan para ponerlo en cuestión. Un estudio de la Universidad de Cardiff (Gales) analizó diversos usos policiales para acabar concluyendo que había una fuerte presencia de fallos importantes. Uno de los más relevantes fue la aplicación que se hizo en Cardiff con motivo de la final de la Champions de 2017 en que el Real Madrid venció a la Juventus.
En ese partido un sistema de reconocimiento facial identificó erróneamente a más de 2.000 personas como posibles delincuentes mientras la policía patrullaba la final. La tecnología proporcionó cientos de ‘falsos positivos’ señalando a personas inocentes. Aun así la policía practicó detenciones basándose en esos datos, si bien luego se excusó atribuyendo los errores a la ‘pobre calidad de las imágenes’ y a las listas de sospechosos entregadas por la UEFA y por Interpol.
Crecimiento y freno
Según un informe de MarketsandMarkets, el mercado de la tecnología de reconocimiento facial alcanzará los 7.000 millones de dólares en 2024. Esto significa una tasa de crecimiento anual de más del 16% por ciento para el periodo 2019-2024. Un factor que impulsa este crecimiento es que el reconocimiento facial es un ámbito en el que convergen diversas tecnologías que también están en pleno avance como IoT o 5G.
A pesar de ello, esta tendencia podría verse afectada por el hecho de que algunas Big Tech estén dejando de tener interés en invertir en el sector. Las razones que explican esta actitud tienen que ver con la incertidumbre derivada de los errores y posibles abusos del reconocimiento, facial tal y como explica este artículo publicado en la prestigiosa revista económica Forbes.
Cuestión de derecho
Un artículo publicado en el diario El País puso de relieve que el reconocimiento facial se enfrenta a una serie de cuestiones legales de bastante calado. El rostro es un dato personal especialmente protegido por la ley y el Reglamento europeo de protección de datos es bastante restrictivo en este aspecto, si bien la Unión Europea como tal no tiene una posición definitiva al respecto.
El artículo nueve de ese texto parece bastante explícito al respecto: “Quedan prohibidos el tratamiento de datos personales que revelen el origen étnico o racial, las opiniones políticas, las convicciones religiosas o filosóficas, o la afiliación sindical, y el tratamiento de datos genéticos, datos biométricos dirigidos a identificar de manera unívoca a una persona física, datos relativos a la salud o datos relativos a la vida sexual o las orientaciones sexuales de una persona física”.
La UE es objeto en los últimos meses de presión por parte de diversos agentes para encauzar este asunto, que tienen en común la protección de los ciudadanos frente a posibles abusos. El debate a fondo sobre la cuestión es inaplazable.