El evento ‘1921-2021: cien años de la entrega de diplomas a la primera promoción de Ingenieros de Telecomunicación’, que tuvo lugar el pasado 14 de mayo, para celebrar el centenario del título oficial de Ingeniero de Telecomunicación, acogió una interesante mesa redonda. En ella afloraron los principales retos que la profesión debe afrontar para mirar con serenidad hacia el porvenir
Los participantes fueron Josep María Pegueroles, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Catalunya; Rebeca P. Díaz Redondo, directora de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación de la Universidad de Vigo, y Francisco J. Simó Reigadas, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicaciones de la Universidad Rey Juan Carlos.
La moderación corrió a cargo de Juan Carlos López, vocal del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación, director de la revista BIT y catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Retos actuales
Al inicio, el debate se centró en los retos de la profesión en el contexto actual. Josep Maria Pegueroles afirmó que “somos una profesión muy valorada y con unos estudios de prestigio”. Pero, ante una tecnología y unas necesidades sociales muy cambiantes, señaló que el primer reto del colectivo ahora es “encontrar nuestro lugar en el mundo”
Por su parte, Rebeca P. Díaz Redondo apuntó que este objetivo pasa “por visibilizarnos ante la sociedad y mostrar nuestra versatilidad, ya que nuestra formación es muy requerida por el sector empresarial”. Además, señaló que la representación de la mujer en los estudios y en la profesión era “otro gran reto. La visión femenina es muy importante para obtener productos que sean útiles para toda la sociedad”.
Respecto a estas cuestiones, Francisco J. Simó Reigadas puntualizó que “la velocidad del cambio no permite saber lo que ocurrirá a unas décadas vista” y señaló que los Ingenieros de Telecomunicación forman parte de una profesión que tiene la virtud “de transformarse también con gran rapidez”.
En cualquier caso, puso de relieve una constante más allá del cambio, que es “la voluntad de servicio a la sociedad”, un aspecto que relacionó con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Para afrontar todos estos retos, reivindicó “la capacidad de mantener la generalidad de nuestro conocimiento”.
Alta empleabilidad
El moderador planteó dos cuestiones clave: hasta qué punto se está formando a los perfiles profesionales que demandan las empresas y qué hacer ante la bajada de interés por los estudios de Ingeniería de Telecomunicación.
Rebeca P. Díaz Redondo confirmó que “tanto en España como en Europa hay menos vocaciones en estos estudios y, en general, en los tecnológicos”. En contraste, la demanda de estos perfiles por parte del mercado será cada vez mayor y se constata que el nivel de paro en el sector “es prácticamente nulo”.
Sobre la adecuación a las necesidades de las empresas, Rebeca P. Díaz Redondo se mostró convencida de que “la versatilidad y robusta formación de los Ingenieros de Telecomunicación les permite afrontar perfectamente todos los cambios que van a producirse en los próximos años”.
Josep Maria Pegueroles negó que hubiera un problema de adecuación de la formación al mercado y señaló un informe reciente, realizado por la Agencia de Calidad Universitaria en Cataluña, que resaltaba “la elevada valoración de nuestros profesionales, así como su alta empleabilidad debido a su amplia formación de base”.
Para Francisco J. Simó Reigadas, “lo que ocurre es que no nos hemos sabido explicar mejor para que se comprenda que somos una profesión esencial para la sociedad”. Un obstáculo añadido, a su parecer, es que “las personas usan las TIC a diario, pero no son conscientes de este concepto ni de lo que implica, lo cual hace necesario realizar más divulgación al respecto”.
Venderse mejor
Al hilo de lo comentado por Francisco J. Simó Reigadas, el moderador inquirió sobre la necesidad de realizar un marketing orientado a “vender mejor la profesión”. Francisco J. Simó Reigadas respondió diciendo que este marketing era necesario, pero señalando también que hay otros aspectos que inciden en la discusión, como los cambios introducidos en la titulación con el Plan de Bolonia, con la multiplicación de grados y de títulos específicos que ha ocasionado.
Con ello –señaló– “cuando hagamos nuestra campaña de marketing se la estaremos haciendo a otros títulos”. Y añadió que “no estamos sabiendo explicar que estamos en el centro de todo un conocimiento dividido en distintas titulaciones”.
Rebeca P. Díaz Redondo reconoció que “no hemos sabido explicar adecuadamente nuestras capacidades”. A modo de ejemplo, citó temas de los que hoy se habla a menudo, como la Inteligencia Artificial o el Internet de las Cosas, que no se llegan a conectar con la profesión desde la sociedad.
A título de anécdota, Rebeca P. Díaz Redondo explicó que, en una charla reciente, el auditorio se sorprendió de que las comunicaciones vía satélite se trataran en los estudios de Ingeniería de Telecomunicación. En este sentido, reclamó el uso de instrumentos divulgativos a los que la gente joven responde bien, “como los videos breves que circulan en las redes sociales”.
Visión de futuro
El debate se cerró con la petición de un pronóstico para el futuro de la profesión. Josep Maria Pegueroles aportó un mensaje optimista: “estamos en la mejor época de las telecomunicaciones y nosotros debemos seguir siendo quienes somos, encontrando nuestros puntos fuertes”. Por todo ello, indicó, “tenemos un futuro prometedor”.
La pandemia marcará sin duda el provenir en muchos aspectos y probablemente para muchas décadas. Desde esta perspectiva, Rebeca P. Díaz Redondo subrayó que “en nuestro campo habrá servido para que se pierda la desconfianza ante las TIC porque se ha demostrado su utilidad en dar continuidad a los trabajos y en mantener el contacto con nuestros seres queridos”. En este sentido, remarcó que “hay que aprovechar este punto de inflexión para ponernos en valor”.
Para Francisco J. Simó Reigadas, la pandemia ha permitido visualizar, por una parte, “la importancia que tiene nuestra profesión para todo”, pero, desde un punto de vista más amplio, ha transmitido el sentimiento “de que la vida es mucho más que la tecnología y que existe necesidad de contacto humano”. Teniendo esto último en cuenta, concluyó que de cara al futuro era muy importante “dejarnos permear por las humanidades y por todo aquello que no es ingeniería para poder servir mejor a la sociedad”.