El informe ‘Superando los riesgos de una inteligencia artificial sin ética ni regulación’ es fruto del trabajo del grupo de Políticas Públicas y Regulación del COIT. La coordinación de este documento ha corrido a cargo de José Antonio Portilla, que también ha participado en su redacción. El resto de los autores son: Eduardo Rodríguez, Juan Santaella, Noelia Miranda y Sonia Castillo.
Este Informe se ha planteado por una parte como un documento explicativo, desde una visión técnica, de la Inteligencia Artificial (IA), pero también como un documento de reflexión sobre sus profundas implicaciones para la sociedad.
Sus autores han querido poner en valor los aspectos de transformación positiva que conlleva la IA y a la vez promover un acercamiento crítico a otros aspectos que merecen una atención especial.
La razón es, como señala el propio informe en su introducción, que “la Inteligencia Artificial está presente en nuestras vidas, ya en el momento actual, y va a estar mucho más presente, casi omnipresente, en el futuro”.
Consecuencias en todos los campos
Esta omnipresencia va a tener implicaciones más allá del plano tecnológico y de manera destacada en el plano económico. Según la OECD el 14% de los puestos de trabajo están en riesgo de automatización y el 32% se trasformarán radicalmente. Pero también habrá implicaciones en el plano legal, sociológico, e incluso ético y filosófico.
‘Superando los riesgos de una inteligencia artificial sin ética ni regulación’ ofrece en la primera sección un repaso clarificador a las técnicas y tecnologías que mayor impacto están teniendo actualmente en este ámbito. Entre ellas, cabe señalar el aprendizaje automático, la cooperación persona-máquina (clave para la industria), la generación de lenguaje natural, la visión artificial o los sistemas empotrados. En este apartado el informe deja claro que la IA “es un conjunto de tecnologías y no una única tecnología”.
Aplicaciones conocidas e insospechadas
La segunda parte del informe se centra en algunos ejemplos de aplicación. Uno de los más conocidos es el ámbito de la salud. Aquí la IA ofrece muchas posibilidades y entre ellas la monitorización en tiempo real de datos biométricos que permiten incluso detectar con antelación situaciones como un ataque epiléptico.
Otro ámbito habitual es el de la seguridad, pero el informe revela también aplicaciones menos conocidas de la IA, como por ejemplo la conservación de la naturaleza a partir del seguimiento de la vida salvaje. Y, por descontado, hace referencia al sector de las telecomunicaciones, y en concreto la gestión de las redes 5G.
La intensidad de la investigación para nuevas aplicaciones de la IA a nivel mundial se aprecia en estadísticas como las de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual. En la última década el número de patentes de este organismo relacionadas con técnicas de IA ha crecido exponencialmente
Implicaciones sociales y éticas
En este apartado el informe hace más hincapié en las luces y sombras de la IA. Así, por ejemplo, si bien la IA introducirá mayor eficiencia en numerosos trabajos también es cierto que supone un riesgo de fractura social debido al desempleo y la brecha de cualificación que puede generar.
Se vislumbran beneficios claros para el sistema educativo gracias a la IA y así lo ha señalado la propia UNESCO, pero su irrupción en este ámbito “requiere un debate público sobre ética, responsabilidad, transparencia y seguridad”.
Los algoritmos son elementos determinantes para la IA. En este punto el informe advierte de que “tenemos un serio riesgo de que se produzcan sesgos en las decisiones adoptadas que estén en abierto conflicto con nuestros principios de igualdad y no discriminación, que agraven el ya de por sí complicado problema de los prejuicios sociales de todo tipo y que condicionen negativamente las oportunidades y expectativas de vida de muchos ciudadanos”.
En este sentido, la Comisión Europea ha establecido en sus Principios Éticos la necesidad de un enfoque de la IA que tenga como objetivo principal mejorar el bienestar de los seres humanos.
Los sistemas de valores también se verán afectados por el crecimiento de la IA. Según el informe, la reconocida filósofa moral Judith Jarvis Thomson, ya anticipó en los años 80 las dificultades de la IA “para encontrar la solución de un dilema humano complejo”.
IA y poder
La IA no será ajena al poder geoestratégico del futuro, y al reparto de poder dentro de las sociedades. Teniendo en cuenta que se manejarán grandes cantidades de datos ¿qué puede ocurrir si el acceso es asimétrico y solo una minoría puede obtenerlo y utilizarlo dejando al resto como meros usuarios? Esta es una de las cuestiones cruciales que plantea el informe.
El tema del poder es relevante porque la IA ya no solo forma parte del ambiente científico y académico, sino que se ha integrado en el ámbito de las políticas nacionales. Cinco países han tomado la delantera en este ámbito: Canadá, Japón, Singapur, China, Emiratos Árabes y Finlandia.
Este informe del COIT ha identificado también los principales objetivos estratégicos que deberían presidir las políticas IA. Entre ellas están la mejora del sistema educativo, de la industria, de la administración y de la retención del talento, pero también la ética.
Responsabilidad de los agentes
Una de las principales conclusiones del informe es que “no debe renunciarse a las posibilidades y bondades de la Inteligencia Artificial, pero ello debe hacerse desde la óptica de la ética y responsabilidad”. A ello añade que: “las implicaciones morales y éticas de la Inteligencia Artificial conciernen a todos los agentes involucrados de una u otra manera en ella. En particular, los perfiles científicos y técnicos desarrolladores de la IA han de ser conscientes de estas nuevas implicaciones que conlleva su trabajo” (Foto: ICS/Depostphoto).
Bájate aquí el informe
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