Los futuros sistemas de comunicaciones móviles 5G deberán ser capaces de afrontar una gran variedad de tipos de tráfico, desde aplicaciones de banda ancha y elevada tasa binaria a otras que involucran multitud de terminales de baja velocidad, como es el caso del relativo a sensores y, en general, a comunicaciones entre máquinas MTC (Machine Type Communications) que se darán en la internet de las cosas (IoT, Internet of Things). Por ello, se están investigando para la futura estandarización nuevos métodos de multiacceso y modulación y formas de onda para los diversos casos de uso. La selección de esas formas de onda se considera como una de las decisiones más críticas en el desarrollo de la 5G. Idealmente se desea contar con una sola
forma de onda flexible, capaz de ser reconfigurada para múltiples aplicaciones y que pudiera definirse por programación (software defined waveform) y generarse en una plataforma hardware. En la evaluación de la idoneidad de estas formas de onda, se han de considerar numerosos factores, como son la eficiencia espectral, latencia, complejidad computacional, eficiencia energética, emisiones fuera de banda, tasa de errores y costes de implementación.