Uno de los ámbitos que mayores avances ha experimentado a lo largo de su historia es el de los satélites de telecomunicaciones. José Luis Serrano, gerente de Innovación de Hispasat, habló sobre su evolución, características, tipos, aplicaciones y retos a los que se enfrenta este sector en un webinar organizado por el COIT.
En total, hay más de 5.000 satélites orbitando alrededor de la Tierra. Según a lo que estén destinados pueden ser de comunicación (televisión, vídeo, datos…), meteorológicos (observar el clima y sus condiciones, cartografiar con fines militares…), de navegación (GPS) y de observación (captar información del planeta). Tal y como comentó José Luis Serrano, gerente de Innovación de Hispasat en el webinar organizado por el COIT el pasado 22 de septiembre, el primer satélite enviado al espacio fue el Sputnik, en 1954, cuya misión duró 21 días y constaba de una capacidad de 1 vatio y de un transpondedor. Ahora, en 2020, los satélites lanzados tienen 80 transpondedores y una capacidad de procesamiento 8 gigabytes por segundo.
Por otro lado, también se podría hacer una clasificación paralela de los satélites atendiendo a su nivel de órbita. Así pues, pueden ser de órbita baja terrestre, utilizados para observación de la Tierra; de órbita media terrestre, usados para servicios de navegación, y de órbita geoestacionaria, dedicados a los servicios de comunicaciones con la particularidad de que permanecen estáticos sobre la Tierra. Asimismo, Serrano también explicó las partes de un satélite. Por un lado, la carga de pago, es decir, la parte de las comunicaciones, que son las antenas y el repetidor. Por otro lado, la plataforma, que son aquellos elementos necesarios para su correcto funcionamiento, como los paneles solares, el sistema eléctrico y la propulsión.
Aunque la infraestructura como tal del satélite parece muy compleja, funcionalmente son muy simples, pues funcionan como un simple espejo, ya que no procesan la información. De esta forma, los servicios que ofrecen son múltiples y variados. De este modo, permiten extender la cobertura de las redes móviles a los operadores; aportan grandes prestaciones en torno a la movilidad, como es el caso del transporte marítimo; son imprescindibles para las comunicaciones de emergencia; prestan acceso a internet, muy importante en zonas rurales en las que se intenta romper con la brecha digital; dan un servicio de hotspot Wifi, muy utilizado en zonas públicas para facilitar el acceso a Internet del público general, y aportan en el campo del IoT, el Internet de las cosas.
El futuro de un sector competitivo
En cuanto a la vida útil del satélite, ésta se encuentra en torno a los 15 años, y su periodo de fabricación suele alcanzar los tres. Respecto al coste, oscila entre los 100 y 200 millones de euros (el propio satélite), entre 50 y 120 millones de euros el lanzador, y de 15 a 30 millones de euros su seguro. “Este sector tiene mucha inestabilidad en la demanda, además de que los satélites hay que fabricarlos a 18 años vista. Se han lanzado algunos cuyo contrato, con el tiempo, se ha cancelado, así que ahora hay satélites en órbita vacíos tras un gran desembolso”, comentó Serrano en su ponencia.
Sobre el futuro del sector, el ponente aseguró que pasa por incrementar su flexibilidad para garantizar que el satélite pueda adaptarse a la demanda y reducir el coste por capacidad utilizada. “El satélite del futuro será digital”, aseguró, y entre sus características debería tener: una opción de ser reconfigurable una vez esté orbitando; optimización dinámica de los recursos; despliegue progresivo de estaciones terrenas; que sea reubicable en cualquier posición orbital, y que sus antenas sean reconfigurables.
Nuevas problemáticas
Serrano también mencionó el ‘New Space’, nombre que se le ha dado a la democratización del acceso al espacio mediante la reducción de costes, una economía de escala y la estandarización de procesos y equipos. Más allá de los satélites, el gerente de Innovación de Hispasat mencionó otras estructuras de los operadores de telecomunicaciones, como los aviones solares, los dirigibles y los globos. Se trata de artefactos que se encuentran a unos 20 kilómetros de altura y que complementan la información obtenida por los satélites.
En estos momentos se plantean ciertas controversias en cuanto al destino final de los satélites. ¿Qué ocurre con ellos cuando han dejado de funcionar? Normalmente, son conducidos a una órbita cementerio, donde se estacionan, pero con la llegada del ‘New Space’ empieza a haber un problema: los satélites de órbita baja deberían llevar a cabo una reentrada en la Tierra para que con el rozamiento de la atmósfera se desintegraran. Sin embargo, al no tener muchos de ellos propulsión ni control de altitud, se encuentran navegando por el espacio aumentado, cada vez más, la posibilidad de colisión.