La Unión Internacional de Telecomunicaciones ha publicado una ‘Guía para la evaluación de competencias digitales’. Su objetivo es que los agentes políticos, económicos y académicos puedan medir el grado de competencias digitales de los países para así emprender acciones destinadas a la mejora y extensión del uso de las TIC.
La mitad de la población mundial todavía no utiliza Internet. Esta sería el dato más directo que da cuenta del fenómeno conocido como ‘brecha digital’. La expresión describe la desigualdad en el acceso y uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Se trata de una desigualdad que se manifiesta en función de la capacidad económica, la edad, el género y la ubicación geográfica. En 2019, casi el 87% de las personas en países desarrollados utilizaban Internet, en comparación con el 47% de los países en desarrollo.
Una infraestructura y unos servicios de TIC eficientes y asequibles permiten aumentar el bienestar general. Con ellos las personas pueden acceder a información, a servicios de salud, a alertas de catástrofes, mantener el contacto con sus familias, y realizar trabajos mejor remunerados. En definitiva, la disminución de la brecha digital contribuye a que las sociedades avancen hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Herramienta de evaluación
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) tiene entre sus retos principales disminuir la brecha digital en el mundo. Y, dentro de este cometido, ha publicado la 'Guía para la evaluación de competencias digitales’. Este documento está pensado como una herramienta integral y práctica para la evaluación nacional de competencias digitales.
Según José Antonio Portilla, director de la Escuela Politécnica Superior, de la Universidad de Alcalá y miembro de la Junta de Gobierno del COIT, “la guía de la UIT hace un estudio bastante completo de las competencias necesarias, de las metodologías para su análisis y de las estrategias para la mejora de las mismas”.
Por una parte, la Guía sirve para que los gobiernos puedan determinar las competencias digitales ya existentes en el país, evaluar la demanda de competencias de la industria y otros sectores de la economía. Por otra, les puede ayudar a detectar las carencias y a definir políticas para responder a las necesidades digitales futuras.
Los responsables políticos son potenciales usuarios de esta Guía, pero no los únicos. También ha sido pensada para otros agentes interesados en el sector privado, las organizaciones no gubernamentales y las instituciones académicas. De hecho, la propia guía insta a la colaboración entre todos estos agentes.
La ‘Guía para la evaluación de competencias digitales’ permite, además, un enfoque y una acción globales. “Puede servir para comenzar a ecualizar las competencias digitales entre los diversos países”, señala José Antonio Portilla.
Un método flexible
La Guía ha sido diseñada para proporcionar la mayor flexibilidad posible a sus usuarios. Se pretende que cada país elija el enfoque que mejor se ajuste a sus de recursos y objetivos únicos. Sus responsables han manifestado explícitamente que no existe un método único para todos. Se organiza en cinco capítulos y contiene un apéndice donde los usuarios pueden encontrar otros recursos y herramientas para definir soluciones adaptadas a sus contextos concretos.
Doreen Bogdan-Martin, directora de la Oficina de Desarrollo de las Telecomunicaciones de la UIT, ha justificado la publicación de este documento señalando que "a medida que las competencias digitales necesarias aumentan en número y complejidad, los países necesitan un método bien estructurado para identificar el nivel de competencias digitales con que cuentan y hacer frente a las necesidades futuras”(aquí puedes leer la entrevista que publicamos con Doreen Bogdan-Martin en nuestra revista BIT 215).
Según Houlin Zhao, secretario general de la UIT, "la COVID-19 ha revelado sorprendentes brechas digitales tanto dentro de los países como entre ellos". Igualmente, ha recordado que "hoy más que nunca debemos colaborar, olvidando las fronteras y los sectores, para garantizar que todas las personas del mundo, incluidos los jóvenes, dispongan de las herramientas y competencias que necesitan para manejarse y encontrar el éxito en la economía y la sociedad digitales”.
La brecha digital en España
A pesar del creciente uso de las TIC en España, la brecha digital es un problema persistente. Cerca de la mitad de los trabajadores reconoce tener problemas con las TIC; un 37% de la población no usa nunca el correo electrónico; y un 17% manifiesta no saber hacer ninguna actividad relacionada con la informática.
“La brecha digital es un fenómeno con múltiples capas. Hay una primera brecha en el acceso tecnológico, después hay una segunda capa relativa a la frecuencia e intensidad de uso de las TIC y, finalmente, una tercera en relación con las habilidades y competencias en su uso y en la capacidad parar mejorar la vida profesional”, explica José Antonio Portilla.
El director de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Alcalá asegura que en el caso español se dan algunas características especiales que inciden en la cuestión de la brecha digital: “son el patrón de envejecimiento de la población y el bajo nivel de preferencia de los estudiantes por las titulaciones STEM”.
Para José Antonio Portilla, “España ha hecho muchos esfuerzos en la reducción de la primera capa de la brecha digital, es decir en el acceso a la tecnología, siendo el país con más líneas de FTTH de Europa. Además los indicadores con respecto a disponibilidad de tecnología en los hogares son también muy elevados según ONTSI”.
Es en competencias digitales donde queda camino por recorrer. España se sitúa dos puntos porcentuales por debajo de la media de la Unión Europea en capacitación básica. “Se espera que reduzcan esta brecha los programas de introducción de la tecnología en la formación secundaria y FP del Ministerio de Educación, o el programa de formación en competencias digitales del Ministerio de Trabajo”, concluye Portilla.