Iván Fernández Huerta, profesor de Tecnología en el IES Peñamayor de Nava, en Asturias, vio la posibilidad de participar en la First Lego League en una newsletter del COIT. A partir de entonces, empezó a trabajar en el proyecto educativo que le ha hecho a él y a su equipo de alumnos y alumnas quedar en la cuarta posición de la competición celebrada en Barcelona, además de hacerse con el galardón al mejor entrenador.
El equipo mixto estuvo conformado por estudiantado del último curso de la ESO y el primero de Bachillerato. “Cuando lo seleccionaron, preparé el material en una mesa que cubrí con una sábana para darles una sorpresa”, expresa el profesor. Así pues, empezó a compatibilizar el temario propio de la asignatura con la práctica de preparación del torneo.
Además de Tecnología, Iván también imparte otra asignatura llamada TIC, en la que aprenden fundamentos de informática. “Las dos son muy afines a los contenidos de la First Lego League porque una parte importante de la competición es saber programar el robot”, en sus propios términos. De esta forma, las diferentes perspectivas simultáneas han enriquecido mucho al alumnado.
La fase más mecánica, en la que deben diseñar el robot a partir de piezas de Lego, entroncó perfectamente a nivel pedagógico, pues pudieron aplicar los conocimientos estudiados en el aula al proyecto. “Uno de los motivos por los que yo presenté la candidatura fue la atracción que podían sentir mi estudiantado hacia algo así, porque la mejor manera de aprender es cuando estás motivado”, agrega Fernández.
Ese componente motivador se ha visto a lo largo de la preparación de la competición, con un firme compromiso por parte de los alumnos y alumnas en el proyecto y su gran habilidad de trabajo en equipo. El hecho de ser novatos y ver a otros centros educativos más veteranos en la competición fue un aliciente para tener otro motivo por el que esforzarse y conseguir el mejor puesto posible en los resultados.
El profesor no se olvida del instituto a la hora de agradecer su implicación en la First Lego League. “Somos un centro muy modesto, con un presupuesto limitado y los materiales de robótica son caros. Quizá en otras circunstancias no podríamos haber podido participar”. Ya con la mirada puesta en el futuro, Fernández alude a que “cuando tengan 25 años y vayan a una empresa no programarán un Lego, sino una máquina industrial, pero al menos ahora ya saben un poco lo que significa un trabajo en una empresa tecnológica”.
A todo ello se suma la visibilidad que le han dado durante todo el camino ya culminado, pues otras clases han ido viendo los avances de sus compañeros y compañeras. Finalmente, el torneo se realizó online, por lo que en lugar de la mesa en la que los jueces evalúan los resultados, hubo dos cámaras. “La del techo enfocaba al tablero, con una visión general, y luego una alumna se acercaba con el móvil para enfocar los detalles del robot y sus movimientos”, dice Iván.
Otro apartado de la competición se basa en el desarrollo de un proyecto de innovación, cuya temática varía cada año. Esta vez, los medios de transporte fueron los protagonistas. “Las alumnas y alumnos pensaron que, para evitar el corte de la carretera del puerto de Pajares en Asturias cuando hay niebla y desprendimientos se podría crear una especie de teleférico de mercancías basándose en la experiencia que ya hubo en Asturias de algo similar”, relata el profesor.
Por último y tras explicar cómo se diseñó el robot, tuvieron que jugar con él sobre el tapete. “Había que conseguir 16 retos diferentes, aunque iguales para todos los equipos, que ya nos habían pautado desde el principio”, resume el docente. Así, todo su esfuerzo se vio materializado en la posición en la que quedaron: cuartos. “También quiero agradecer al COIT por potenciar este tipo de iniciativas, que yo no sabía que existían, porque son esenciales para dar a conocer a qué se dedica un ingeniero y las salidas laborales que tiene”, concluye Fernández.